Hace unas cuantas décadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) modificó el concepto de salud, integrando otros campos de acción y otras capas de la complejidad humana al equilibrio que significa mantenerse saludable.
Sin ir más lejos, integró la cualidad psicológica, postulando que, a parte de la salud integral del cuerpo físico, la salud mental también es preponderante para encontrarse saludable. Hoy en día, se piensa más allá. Un buen balance social, es decir, las relaciones enriquecedoras con el entorno y con los cercanos, es también una parte integral del concepto de salud moderno.
En pocas palabras, es la capacidad que tiene cada individuo para adaptarse al entorno y adecuarse a las circunstancias generales y fenomenológicas de este. Significa sobrellevar los desafíos del entorno de gran forma, además de desarrollar relaciones satisfactorias con otras personas, sin importar la naturaleza de estas relaciones.
Tantos los factores internos como externos pueden alterar la salud social, además de las respuestas propias ante los fenómenos que salen del control del individuo. Una salud mental deficiente (histeria, psicosis, etcétera) puede significar que la persona sea más propensa a sufrir desequilibrios en su salud social, ya que los estados mentales alterados pueden ofrecer una visión del mundo distorsionada.
Para tales efectos, es preponderante buscar el equilibrio mental y una correcta salud psicológica, para enfrentar los desafíos externos de buena manera.
A pesar de que la salud social compete a un solo individuo, son los factores comunitarios los que indicen en esta. Ya no es la genética, o las enfermedades espontáneas las que definen el equilibrio saludable, sino los factores del entorno y cómo estos afectan a dicho individuo.
Además, estos factores del entorno pueden debilitar, a la larga, el cuerpo y el sistema inmunitario, por lo que devendrán en enfermedades físicas de igual forma. Esta es la razón por la cual, en el cuadro de la salud integral, la salud social ha ganado su espacio.
Respecto a esto, los entornos sociales tóxicos, poco estéticos, de empobrecimiento constante o insalubres, determinan una caída de la salud mental y física. A la vez, en estos entornos, los individuos encuentran dificultades para desarrollarse, por lo que se crea un círculo vicioso del cual se es muy difícil salir.
En tales circunstancias, hay que pensar en la salud social como un campo obligatorio de estudio de su naturaleza e incidencias, para mejorarla respecto a cada caso particular.
Dejar una respuesta