En primer lugar, es fundamental conocer cuáles con los factores que inciden directamente en la calidad de la salud social tanto del individuo como de la comunidad. Factores como el acceso a servicios básicos, la equidad de género, el desarrollo infantil temprano y las condiciones de empleo son relevantes y deben tenerse en cuenta.
Una vez se tengan claro las condiciones y factores que indicen en la salud social, deben desarrollarse planes para el mejoramiento de tales condiciones, enfocándose en las circunstancias apremiantes que afectan de mayor forma a los individuos y la comunidad.
Por ejemplo, es ideal promover la inclusión de personas de diferentes estratos sociales en diversos círculos comunitarios, para que se formen lazos, interacciones, y estas personas tengan la oportunidad de vincularse con su entorno.
El ofrecimiento de empleos para individuos históricamente desplazados, como personas con discapacidad o personas de realidades socio-culturales distintas, puede subsanar en alguna medida la salud social deficiente.
Además, los programas de salud sin coste alguno llevados a cabo por médicos o profesionales entendidos en el tema, pueden mejorar las condiciones físicas y mentales de las personas. Para esto, se crean clínicas móviles que puedan ir hasta donde se encuentran los enfermos.
Por último, la mejora en las condiciones habitacionales también puede significar una mejora en muchos ámbitos del diario vivir, como el acceso a agua potable, a mayor privacidad o a un descanso oportuno. La satisfacción de las necesidades materiales significa, a este respecto, la mejorar las de la salud social general.
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